Hoy al salir de clase todos los alumnos han venido a darme las gracias por el rato tan bueno que hemos pasado juntos.
Se me ha ocurrido que, para despedirme de ellos hasta el curso que viene, iba a explicarles en la última clase cómo hacíamos los trabajos cuando empecé a trabajar como profesora (de eso hace ya nueve años). Les he puesto un Power Point en la pizarra digital, como suelo hacer al empezar un tema, pero esta vez con las cosas que tuve que aprender para darles a ellos las clases tal y como ahora las conocen: ninguno conocía Facebook ni Twitter (eso es de carcas, dijo Maikel), y cuando les dije que sólo unos pocos teníamos ordenador en clase se rieron todos (ellos, que cada uno tiene el suyo que les proporciona el IES cuando comienzan el año académico). No entendían que antes de existir Wikipedia hiciéramos los trabajos consultando libros en la biblioteca (-¿libros digitales, seño? Preguntó Paloma, ¿y para qué almacenaban tanto libro en la biblioteca? ¡qué pérdida de tiempo!) y, por supuesto, la mayoría no entiende que a mí me siga costando tanto acercarme a su mundo, porque cada vez que recibo un video-mail con los ejercicios de los alumnos para corregir, pienso que debo haberme metido en una máquina del tiempo y que, a veces, me gustaría pulsar el botón "REGRESAR".
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